Eficiencia energética sin comprometer la calidad del aire: una mirada técnica desde el diseño

Reducir el consumo energético se ha convertido en una meta común en proyectos de construcción y renovación de edificaciones. Sin embargo, muchas veces este objetivo se aborda de forma superficial. Se mide únicamente en función de cuánto consume el edificio, sin considerar cómo ni por qué consume esa energía.

En sistemas de climatización, este enfoque simplificado suele llevar a decisiones como reducir la ventilación, limitar el funcionamiento de equipos o bajar capacidades sin un análisis técnico real. Aunque estas medidas pueden mostrar una mejora inmediata en las cifras de consumo, suelen comprometer variables críticas como el confort térmico y la calidad del aire interior (CAI).

Eficiencia energética: una definición más precisa

Desde el punto de vista técnico, la eficiencia energética no se trata de “consumir menos”. Se trata de satisfacer los requerimientos de calidad ambiental interior utilizando la menor cantidad de energía útil posible. Eso implica entender cómo interactúan el confort térmico, la ventilación, la humedad, la carga térmica del edificio y el tipo de sistema de climatización utilizado.

En climas cálido-húmedos, por ejemplo, el aire exterior que se introduce para ventilar puede tener una carga de humedad y temperatura muy alta. Si no se trata correctamente, termina generando un incremento en el consumo energético que podría haberse evitado con un buen diseño arquitectónico. Pero reducir el ingreso de aire exterior no es una opción viable: la calidad del aire depende de él.

¿Por qué el aire exterior es tan relevante?

La ventilación con aire exterior es la principal herramienta para mantener niveles aceptables de CO2, diluir contaminantes y aportar oxígeno renovado a los espacios interiores. Pero ese mismo aire representa una carga térmica significativa para el sistema de climatización, especialmente cuando entra con alta humedad y temperatura. En muchos casos, se comete el error de limitar la ventilación para “ahorrar energía”, sin considerar que esto puede aumentar la concentración de contaminantes, generar disconfort térmico o incluso producir condensaciones indeseadas.

La solución no es reducir el aire exterior, sino diseñar sistemas capaces de tratarlo de forma eficiente. Esto puede lograrse con estrategias como:

  • Sistemas DOAS (Dedicated Outdoor Air Systems), que permiten tratar el aire exterior por separado con control preciso de temperatura y humedad.
  • Recuperadores de energía, que reducen la carga al preacondicionar el aire nuevo con el aire de extracción.
  • Deshumidificación activa en climas donde la carga latente es determinante.

Además, para mejorar la calidad del aire interior y el confort térmico una vez el aire ya ha sido tratado, se pueden implementar:

  • Ventilación por desplazamiento que permite mejorar la eficiencia en la entrega del aire limpio a la zona ocupada.
  • Sistemas zonificados, que ajustan las condiciones según la ocupación y el uso real de los espacios.
  • Control de ventilación por demanda la cual regula el caudal según los niveles de CO2 o la presencia real de personas.

El confort térmico también es una variable de diseño energético

El confort térmico no es un lujo ni una consecuencia secundaria, es una condición fundamental de diseño que influye directamente en el consumo energético de la edificación. Lograr temperaturas adecuadas, controlar la humedad y garantizar una buena distribución del aire requiere energía, pero eso no debe entenderse como un desperdicio.

El error común es intentar reducir el consumo sacrificando estas variables. Lo correcto es integrarlas desde el diseño, evaluando cargas térmicas reales, condiciones climáticas locales, horarios de ocupación y el comportamiento dinámico del edificio. Cuando estas decisiones se toman desde etapas tempranas, el sistema no necesita compensar con sobredimensionamientos ni ajustes correctivos, por el contrario se vuelve más eficiente porque parte de una comprensión técnica precisa de las necesidades del espacio.

Reflexión final

Desde lo que hacemos en CDC, abordamos la eficiencia energética no como una reducción aislada de consumo, sino como el resultado de decisiones técnicas bien integradas desde el diseño. Calidad del aire, confort térmico, operación y desempeño energético deben pensarse de manera conjunta, no como variables separadas.

En este blog comparto una visión general sobre cómo lograr eficiencia sin sacrificar la calidad ambiental interior, pero si te interesa profundizar en el tema te invito a leer la versión completa del artículo en mi newsletter de LinkedIn: Climatización para la Vida.

Si tienes preguntas o comentarios, puedes escribirme a consultoria@ernestoporras.com.

Por: Ernesto Porras – Consultor en Climatización y Bioclimática

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